El verano es una época del año en la que nuestras mascotas pueden padecer molestos accidentes o lesiones por contacto con agentes específicos de “la temporada”. No debemos asustarnos, pero si debemos tener muy presentes los posibles riesgos, su prevención y la forma de actuación en caso de aparecer el problema. La sal del mar, las espigas secas, los rayos solares, los indeseables parásitos… o los propietarios descuidados son algunas de las causas de un peligro estival.
LA PIEL Y EL PELO
Durante el verano la piel de nuestros animales entra en contacto con factores externos a los que, en la mayoría de los casos, no están suficientemente acostumbrados: el sol (más horas de las habituales y de mayor intensidad), el agua de mar o de las piscinas, las arenas de las playas… y todo tipo de insectos y parásitos cuya intención final no es otra que disfrutar de unas estupendas vacaciones en familia sobre la superficie de nuestra “hospitalaria” mascota:
EL SOL: ciertos animales, al igual que algunos propietarios, sufren de forma especial la acción de los rayos solares sobre su organismo, bien por la sensibilidad de la piel, porque el pelo del animal es corto, o incluso porque posee zonas sin pelo; en estos casos existe una clara predisposición a la aparición de quemaduras solares. También el problema puede venir por “espesas mantas” capilares, poco o nada cuidadas, que harán la función de una olla a vapor, “cocinando” la piel de nuestro acalorado animal; en uno y en otro caso pondremos el mayor interés evitando el exceso de sol los primeros días y manteniendo una correcta rutina de higiene (cepillados diarios principalmente en animales de pelo largo), lo que permitirá mantener el buen estado de la piel de nuestra mascota.
Podremos aliviar las molestias del tiempo de adaptación refrescando al animal con duchas de agua (sin jabón); si aún poniendo el mayor interés, nuestra mascota aparece con la nariz roja o con descamaciones, acudiremos al Veterinario antes de experimentar con maravillosos productos de supuesta utilidad para nuestras pieles.
CORTES DE PELO: aunque ciertos clubes de raza defiendan el pelo de sus animales a capa y espada, debemos asegurar que los “cortes de verano” favorecen una mejor calidad de vida del animal en estas fechas de altas temperaturas… También es cierto que un manto bien cuidado puede no ser “rapado” en verano, pero por desgracia son excepciones los animales que llegan a estas fechas con un manto protector en buen estado. Es evidente (o debería serlo) que los cortes de pelo los deben realizar profesionales… ellos sabrán hasta donde, como, en que época… no experimentemos “en pelo ajeno”.
CALOR: el perro pasa calor… ¡¡mucho calor!!, no existe ningún mecanismo que les impida padecer los rigores del sol y es por ello que intentarán “buscarse la vida”:
– Se tumbarán en los emplazamientos más frescos de la casa, en zonas de corriente y cerca de aires acondicionados y ventiladores (cuidado con los catarros, otitis y conjuntivitis que esto les provoca).
– Se negarán a pasear en horas de mucho calor (mediodía) y saldrán encantados por “la fresca” (Amanecer y noches).
– Beberán mucho agua, tendrán menos apetito y se moverán lo justo.
– A los que les gusta el agua… ¡¡la buscarán!!: mar, piscinas, bocas de riego…
Nosotros como buenos propietarios debemos “racionalizar” sus instintos: les sacaremos a las horas más frescas, les pondremos agua fresca a disposición durante todo el día… ¡¡un poco de sentido común será suficiente!!
EL AGUA Y LA ARENA: no debemos impedir que nuestra mascota disfrute de placenteros baños en las aguas del mar (siempre que las ordenanzas de la población donde residimos no indiquen lo contrario), pero no debemos olvidar una serie de inevitables cuidados cuando nuestro “campeón olímpico” termine su inigualable demostración: en primer lugar le ducharemos con agua a cierta presión para que se desprendan de su cuerpo la sal y la arena que se han depositado durante el largo día de ejercicio; posteriormente le secaremos con toalla (y secador si fuera necesario) para evitar algún innecesario catarro (sobre todo si la sesión termina al atardecer). Por supuesto, el cepillo será el final de la fiesta y no deberá parar “su baile” hasta que los pelos de nuestra mascota se encuentren perfectamente “colocados”. No debemos olvidarnos del secado de las orejas (evitar otitis) y del lavado de los ojos con suero fisiológico (evitar conjuntivitis) si estuvieran muy enrojecidos.
LOS BICHOS: los odiosos parásitos externos intentarán un año más hacer la vida imposible a nuestro mejor amigo; las pulgas, las garrapatas y una gran variedad de insectos intentaran aprovecharse de nuestra mascota y si no ponemos las medidas necesarias, podrán transmitirle graves enfermedades. Antes de salir de casa, hacia nuestro lugar de vacaciones, debemos hacer acopio de los productos antiparasitarios que nos recomiende nuestro veterinario de confianza tras comentarle el lugar en el que pasaremos el verano; disponemos actualmente de un completísimo arsenal para luchar contra la mayoría de parásitos externos; los tenemos en todo tipo de presentaciones: sprays, champús, collares, pastillas, polvos, pipetas… pero nunca deberemos usarlos a nuestro antojo y sí tras la consulta a un profesional.
En el caso de los insectos, existen algunos especialmente preocupantes por su capacidad de transmisión de enfermedades de gravedad a nuestras mascotas: filariosis y leishmaniosis.
Existen otros problemas también causados por estos molestos parásitos e insectos:
. Reacciones alérgicas a picaduras (avispas, mosquitos, arañas…): aplicar agua fría en la zona de la picadura y acudir urgentemente al veterinario. No aplicar ningún tipo de fármaco (pomadas, pastillas…) sin consultar.
. Orugas: intentar evitar zonas de pinos y espesas arboledas; si nuestra mascota se aproxima y tiene la ocurrencia de probar este manjar, el resultado puede variar desde la pérdida de parte o la totalidad de la lengua hasta la muerte del animal.
LOS ORGANOS DE LOS SENTIDOS
La vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto de nuestras mascotas también pueden padecer ciertos males veraniegos por el especial contacto de estos órganos con el mundo exterior y las particulares condiciones climáticas del verano.
VISTA: el sol del verano afecta en gran medida a animales de ojos claros, y más aun si se les recorta el pelo que se los protege justo antes de ir a una tórrida y luminosa playa. Aparte de este molesto inconveniente, los ojos pueden sufrir la irritación por el agua del mar, por el agua de la piscina y por variados cuerpos extraños (espigas, arena, insectos…). En el caso de irritación por agua de mar o de piscina, lavaremos con suero fisiológico y acudiremos al veterinario por si fuera necesario aplicar algún tipo de tratamiento complementario a la simple higiene ocular. En el caso de los cuerpos extraños podemos intentar extraerlos con gran cuidado; lo mejor, sin lugar a dudas, será acudir inmediatamente al profesional más cercano, para que con su experta y hábil mano libere a nuestro desesperado animal de tan molesta lesión. Nunca aplicaremos fármacos y/o colirios en los ojos sin consultar con el profesional.
OIDO: un órgano sensitivo que puede hacer perder la paciencia a propietarios de razas, como por ejemplo un cocker, que más que orejas parecen tener aspiradoras especializadas en la succión de espigas y otros cuerpos extraños similares.
Para intentar evitarlo, deberemos pelar la parte interna de la oreja; aunque para alguno resulte poco estético, podemos asegurar que es una de las pocas formas de disminuir la incidencia de este problema. La sucesiva entrada de espigas en el conducto auditivo de nuestro animal puede acabar causando graves problemas (infecciones crónicas, perforaciones de tímpano,….). No debemos olvidarnos de los oídos de nuestro amigo tras los baños en playas, piscinas, o tras el baño habitual, ya que la humedad o el agua “estancada” pueden ser también causa de las otitis ya mencionadas.
OLFATO: las fosas nasales son capaces de atraer hacia su interior, durante la respiración o las incesantes “oliditas” por el suelo, todo el polvillo, ramitas secas y espigas que se ponen a su alcance; si esto sucede, nos daremos cuenta rápidamente por un encadenado de violentos estornudos cuya misión es intentar expulsar al exterior el objeto que ha equivocado su punto de destino; si los estornudos no cesan o se acompañan de sangre, acudiremos inmediatamente al Veterinario.
Por supuesto que la nariz también será lugar predilecto de la acción de los rayos solares; se trata de una de las zonas mas desprotegidas del animal (ausencia de pelo).
GUSTO: mucho gusto parecen sentir nuestras mascotas cuando intentan introducir en su boca cosas (piedras, cacas, plásticos…), alimentos, o restos de ellos que a ninguno de nosotros se nos pasaría por la cabeza ingerir. Esta acción suele afectar, de distinta gravedad, a distintos tramos del aparato digestivo; la boca y la lengua podrán verse afectadas por juegos con piedras (roturas dentales) o con palos (astillas clavadas en encías, lengua y tonsilas). Es bastante grave la ingestión de determinados cuerpos extraños (piedras) que suelen requerir de una intervención quirúrgica para su extracción.
TACTO: si un animal camina habitualmente por calles lisas, sin “accidentes geográficos”, su “calzado” “esta acostumbrado” para esas situaciones; pero si de repente, de golpe y porrazo, le ponemos a caminar por calientes arenas o por cortantes peñascos… ¡¡y sin cambiarle de zapatillas!!… tendremos problemas.
Debemos intentar la adaptación de sus patas a las condiciones del lugar de verano sin pretender que la adaptación dure el mismo tiempo que nosotros tardamos en cambiar nuestro calzado; existen productos que endurecen las almohadillas, pero que solo deberemos utilizar bajo prescripción facultativa.
Las patas de nuestros animales también pueden verse afectadas por nuestros más tenaces protagonistas… ¡¡las espigas!!; pueden penetrar en las zonas interdigitales (entre los dedos) y quedarse en la zona de entrada, o por el contrario, si el propietario no percibe una cojera, un lamido o una inflamación entre los dedos, comenzar un largo recorrido con final incierto; para hacernos una idea, podemos hablar de casos de espigas o cuerpos extraños similares que penetraron entre los dedos y salieron casi a la altura del codo e incluso del hombro.
Para evitar este problema, y olvidándonos de la cuestión estética, pelaremos las patitas de nuestra mascota (guantes), haciendo así más difícil el ataque de las odiosas espigas, y más sencillo el detectar su entrada.
LAS SERPIENTES
Si nuestra mascota recibir un mordisco de alguna de las variadas especies de serpientes, deberemos procurar la identificación del agresor (forma, tamaño, color-es,…); si la serpiente no es venenosa, la mordedura suele tener múltiples puntos de entrada y la zona mordida no es dolorosa para el animal; suelen ser raspones superficiales. Lavaremos la zona con agua abundante y acudiremos al Veterinario que, aparte de la cura local, mantendrá al animal bajo vigilancia durante un plazo aproximado de 12-24 horas. Si la serpiente fuera venenosa, el final de la historia dependerá de lo tóxico que sea el veneno, de la cantidad inyectada, del tamaño y del estado sanitario de nuestra mascota y del tiempo transcurrido entre la mordedura y la intervención del profesional.
La mordedura provocará dolor en la zona de forma inmediata y la actuación del propietario será solamente una: acudir urgentemente a un profesional Veterinario.
Como la mayoría de los propietarios no somos, ni por asomo, expertos en tipos de serpientes y las formas de sus mordeduras, actuaremos ante la duda como si la mordedura fuese de un animal venenoso: acudiendo urgentemente al Veterinario.
LOS VIAJES
Antes de emprender un viaje de verano debemos tener muy clara la posición de la familia hacia el perro: ¿con nosotros o a una residencia?.
Por desgracia son muchos impresentables los que ni se los piensan… el momento se les viene encima y… ¡¡ni con nosotros, ni a la residencia!!… ¡¡abandonado!!.
El abandono es un acto de imposible definición y/o explicación… un acto contra el que tendríamos que demostrar nuestra más clara y total repulsa, así como hacia los “seres” que lo practican.
Si decidimos que el animal nos acompañe (es lo más deseable… existen cada vez más hoteles, casas rurales… que aceptan mascotas) debemos tener presentes dos cosas:
. Mareos: si el animal no está acostumbrado a viajar en otro vehículo que no sean sus patas, tiene muchas posibilidades de marearse; para evitar o paliar el problema retiraremos la comida y el agua al animal al menos dos horas antes del viaje. Si pensamos que es necesario (experiencias anteriores) que el animal tome algún fármaco para soportar mejor el viaje… ¡¡al veterinario!!; no le daremos nuestras pastillas antimareo, ni las que nos recomendó el vecino… ¡¡al veterinario!!.
. Golpe de calor: todo animal o persona que se encuentra en un lugar abierto o cerrado y está expuesto de forma directa y continua a los rayos del sol, sufrirá una dilatación de sus vasos periféricos; si esto no se ve compensado por un aumento del volumen sanguíneo, provocará un colapso circulatorio y la muerte; dicho de otra forma: que si dejamos al perro dentro del coche y al sol mientras bajamos a “refrescarnos o aliviarnos” durante el viaje… y no volvemos pronto… podemos encontrar al pobre animalito “totalmente tieso”.
Si a pesar del aviso, somos “un poquito tontos” y provocamos este accidente, debemos intentar “refrigerar” al animal con urgencia: bañar con agua fría, hielos en axilas e ingles y acudir inmediatamente al veterinario.
LA ALIMENTACIÓN
Una buena elección del alimento, su perfecta conservación, frecuentes cambios de agua y un correcto cuidado de la piel y el pelo de nuestra mascota, favorecerán el manejo de uno de los problemas más comunes en la época estival: la disminución del apetito.
En estas épocas del año las clínicas veterinarias se llenan de propietarios preocupados realizando la misma pregunta: ¿tiene usted algo que le haga tener mas apetito a mi mascota?; también pueden oírse comentarios como: ¡¡no come nada!!, ¡¡tiene que estar muy enfermo para que no pruebe bocado!!.
Es importante tener presente que el calor puede provocar estos síntomas, no debemos alarmarnos innecesariamente por los cambios de hábitos alimenticios de nuestro peludo amigo ante las subidas de temperatura.
El agua.
El estado del agua que ofrecemos a nuestro animal de compañía es uno de los factores que mas influyen en el apetito: un agua caliente y que no ha sido cambiada de forma frecuente se hace indeseable hasta para el mas necesitado animal, esto además provoca de forma secundaria un rechazo al alimento.
Es tan sencillo como cambiar frecuentemente el contenido del recipiente, así como no dejarlo bajo la acción directa del sol.
El estrés.
Piensen por un momento en cómo se sienten los animales de razas de pelo largo y mal cuidado (collie, bobtail, ) o las razas aún no del todo adaptadas a las altas temperaturas (razas nórdicas) bajo los rayos del sol…
Estos animales estarán estresados por el calor, “gastarán” mayor cantidad de nutrientes intentando compensar el desequilibrio que el estrés les provoca; estos nutrientes deben reponerse con un aporte extra alimentario, pero…¡vaya por Dios!... el calor les tiene sin apetito… parece correcto aplicar el dicho popular: “se junta el hambre con las ganas de comer”.
¿Cómo solucionarlo?; si el animal está consumiendo un pienso de alta calidad, el problema será menor, ya que con una pequeña adición de grasa o aceite vegetal suele estimularse el apetito; con esto aumentaremos el aporte calórico de la dieta y cubriremos las deficiencias en nutrientes provocadas por el estrés.
En casos más complejos podremos alimentar a nuestra mascota con dietas específicas que existen para estos casos: tremendamente apetecibles y “cargadas de nutrientes”.
Como siempre, será mucho más compleja la solución en animales que consumen dietas caseras, ya que no suelen apreciar ni la adición de aceites, ni los enlatados dietéticos para tal fin, debido a que su paladar ha sido muy mal acostumbrado por su “cariñoso” propietario.
Comentar finalmente que existe una absurda creencia que atribuye a las vitaminas una milagrosa capacidad para aumentar el apetito; sentimos decir que no existen estudios que confirmen dicha creencia; lo que sí podemos asegurar es que un aporte excesivo de vitaminas del tipo A y D provocarán anorexia, náuseas, diarrea, fatiga… que colaborarán a deteriorar aun más la salud de nuestro animal.
RESUMEN:
Cuando el calor apriete, ¡¡estemos alerta!!… y no olvidemos estos últimos consejos:
– Administración de un alimento de la mejor calidad que podamos permitirnos.
– Si el perro no quiere su pienso debemos, tras consultar con el veterinario, administrar grasa o aceite vegetal o sustituir el alimento habitual por dietas específicas.
– Ofrecer la comida en horas frescas y en lugares protegidos de los rayos solares.
– No mantener el alimento siempre a la vista: aparte de deteriorarse con mayor facilidad, provocará una “sensación de saciedad” a la mascota.
– Disponer siempre agua fresca y limpia.
– Efectuar un corte de verano a nuestro mejor amigo (siempre tras la consulta al veterinario y/o peluquero).
– Si fuera necesario, mojar al animal las veces que se crean oportunas. Sólo con agua, no con champúes.
– Tener cuidado con ventiladores y aires acondicionados; la exposición directa y continuada puede provocar patologías de diversa consideración (conjuntivitis, otitis, resfriados…).
– Escoger las horas más frescas para los paseos con nuestra mascota, aparte de relajarles, les abrirá el apetito.